viernes, 19 de febrero de 2010

el cine en los años 30


Años 30..

Tras las primeras experiencias sonoras de la Warner, y especialmente tras la exhibición de la primera película considerada sonora, El cantor de jazz (1927), de Alan Crosland, el sonido provocó una reacción en cadena, desde los estudios hasta las salas de proyección, influyendo en la producción, en la creatividad y en la repercusión social de las estrellas. Las palabras del protagonista, Al Jolson, dirigidas al público presente en la sala causaron un gran efecto, al margen de que todavía los ruidos, la música y las canciones no estuviesen muy logrados.
A partir de este momento la industria de Hollywood tuvo que hacer frente a esta nueva realidad. Para ello acometió la adaptación de los estudios y la compra de equipamientos para los rodajes.
En apenas tres años se consiguieron grandes logros artísticos: el musical de King Vidor Aleluya (1929); la producción francesa Bajo los techos de París (1930), de René Clair, y las películas alemanas El ángel azul (1930), de Josef Von Sternberg, con Emil Jannings y Marlene Dietrich, y M, el vampiro de Düsseldorf (1931), de Fritz Lang, con un magnifico trabajo de Peter Lorre.
En la década de los treinta cuando también se levantaron algunos importantes estudios en el mundo, como los Barrandov (1932) de Praga; Pinewood (1936) en Londres; Cinecittà (1937) en Roma; los estudios españoles Orphea (1931) y CEA y ECESA (1933), junto con la activa producción de Cifesa (1934) y Filmófono (1935); los estudios mexicanos Clasa (1935) y Azteca (1936); los argentinos Argentina Sono Films (1931)
El cine norteamericano desarrolló durante estos años otra línea de producción que le caracteriza: el cine de gangsters.

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